Fue el 31 de mayo de 2020 en Nevada (EEUU). Un hombre de 25 años de edad reportó -después de un mes y luego de presentar dos exámenes negativos de COVID -19- que volvió a contraer la enfermedad y se convirtió en el primer caso documentado de reinfección en EEUU. (Ver aquí).
Semanas después, investigadores en Hong Kong (China) reportaron evidencias de que una persona de 33 años se enfermó de COVID-19 por segunda vez, un mes después de su primer contagio. Pero eso no es todo. El 13 de octubre de 2020, diversos medios internacionales reportaron la muerte de una mujer holandesa de 89 años con reinfección de COVID-19 y sumado a eso, portadora de un cáncer de médula ósea (Ver aquí).
De esta realidad surgió la pregunta ¿Cuánto puede durar la inmunidad de un paciente con COVID-19 que ya superó la enfermedad? De acuerdo con un informe presentado por investigadores de Ciencias de la Salud de la Universidad de Arizona (EEUU), la inmunidad persiste entre cinco y siete meses después de haber sido infectados por SARS-CoV-2, el virus que causa la enfermedad del COVID-19 (Ver aquí).
El estudio se realizó con 5.882 voluntarios que contrajeron el virus a partir de abril de 2020 y se determinó dos etapas de análisis: “Cuando un virus infecta las células por primera vez el sistema inmunológico despliega células plasmáticas de vida corta que producen anticuerpos para combatir el virus. Estos anticuerpos ya aparecen en los análisis de sangre a partir del día 14 después de la infección”, comenta Deepta Bhattacharya, profesor asociado de este centro de estudio y uno de los directores de la investigación.
En una segunda etapa de respuesta, según Bhattacharaya, se evalúa la creación de células plasmáticas de larga duración en las personas que producen anticuerpos de mejor calidad los cuales pueden brindar una inmunidad más duradera. “Esta investigación no solo nos ha dado la capacidad de realizar pruebas precisas de anticuerpos contra COVID-19, sino que también nos ha armado con el conocimiento de que la inmunidad duradera o de memoria es una realidad”, aseveró (Ver aquí).
La segunda investigación fue realizada por el Hospital General de Massachusetts (MGH) y contempla el análisis de sangre en 343 pacientes con COVID-19, la mayoría de ellos en estado grave. Las muestras se tomaron después de cuatro meses de la aparición de síntomas del paciente y se enfocaron en entender cómo los diferentes tipos de anticuerpos se comportaban en el plasma y los resultados se compararon con una muestra de sangre a más de 1.500 personas realizada antes de la pandemia.
El equipo de investigadores encontró que “los niveles de inmunoglobulina G (IgG) permanecieron elevados en estos pacientes durante cuatro meses y se asociaron con la presencia de anticuerpos neutralizantes protectores, que también demostraron una pequeña disminución en la actividad con el tiempo”. “Eso significa que es muy probable que las personas estén protegidas durante ese período de tiempo (cuatro meses)”, dice Richelle Charles, investigadora de la División de Enfermedades Infecciosas del MGH y autora principal del artículo. (Ver aquí).
El tercer estudio titulado “Persistencia de las respuestas de anticuerpos en suero y saliva a los antígenos del SARS-CoV-2 en pacientes con COVID-19” fue realizado por un equipo de investigadores canadienses y publicado en la revista Scienci Inmunology del 8 de octubre de 2020 (Ver aquí).
Lo que hizo este grupo de científicos de la salud fue evaluar la respuesta de anticuerpos en la saliva y ver la relación con los niveles de anticuerpos sistémicos a través de ensayos inmunoabsorventes ligados a enzimas (Elisa) en pacientes con el virus diagnosticado en laboratorio en un rango de 3 a 115 días después del inicio de los síntomas (PSO).
“El análisis longitudinal reveló que los anticuerpos Inmunoglobulina A (IgA) e Inmunoglobulina M (IgM) anti-SARS-CoV-2 decaían rápidamente, mientras que los anticuerpos Inmunoglobulina G (IgG) permanecían relativamente estables hasta 105 días PSO en ambos biofluidos. Esto confirma que los anticuerpos IgG en suero y saliva contra el SARS-CoV-2 se mantienen en la mayoría de los pacientes con COVID-19 durante al menos 3 meses de PSO”, comentan los investigadores (Ver aquí).
Desde Bolivia, el médico endocrinólogo Douglas Villarroel aseguró primero que el COVID-19 es un virus nuevo del que todos estamos aprendiendo y que la respuesta inmune de un organismo depende mucho de la funcionalidad que tiene su sistema con las diferencias que conlleva de una persona a otra. “El virus no puede vivir solo ya que necesita de las células para reproducirse por eso se multiplica también hasta que revienta esa célula y van en busca de otro organismo celular. Y en ese proceso puede llegar a mutar el virus. Es probable que en unos meses tengamos una vacuna, pero, justamente por esta evolución, la inyecta tiene que ir renovándose constantemente”, asevera el especialista.