La leche natural es un alimento que contiene todos los nutrientes necesarios para alimentar a un recién nacido. No obstante, existen algunos casos puntuales en los que la comunidad médica, recomienda recurrir a suplementos
La leche materna es el alimento más completo y el único que todo recién nacido necesita para concretar satisfactoriamente su desarrollo. Comúnmente la llaman “oro líquido” porque fortalece al bebé de manera sostenida e integral con los nutrientes necesarios, en la dosis correcta. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la lactancia natural durante el primer medio año de vida de forma exclusiva, y hasta los dos años intercalada con frutas, vegetales, proteínas u otros alimentos apropiados.
Los beneficios de la leche materna son indiscutibles. Sin embargo, existen enfermedades establecidas por la OMS por las que la madre puede verse en la necesidad de alimentar a su bebé con suplementos, algunas veces de forma temporal; otras, definitiva.
La organización asegura que es importante considerar que la lactancia materna reduce el riesgo de mortalidad infantil, por lo que estos casos deben ser valorados de forma individual: primero para poner en una balanza los beneficios de esa leche frente a los posibles riesgos de transmitir una enfermedad. Segundo, para identificar si el sustituto al que se quiere recurrir contiene las vitaminas, minerales, proteínas, prebióticos y demás componentes necesarios para una alimentación completa del niño o niña.
Cuando la lactancia no es posible
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Leucemia humana de células T
La transmisión del virus HTLV tipo I y II (que causa la leucemia) a través de la leche materna, está demostrada. Es por eso, que la OMS recomienda que una mujer con esta enfermedad no amamante y se recurra a sustitutos.
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Brucelosis
La brucelosis es una infección que se transmite de los animales a las personas. En este caso, la lactancia natural está contraindicada. Si la madre ha sido diagnosticada cuando ya ha comenzado este proceso de alimentación a su hijo, es muy probable que el niño esté contagiado y ambos necesitarán tratamiento.
Cuando se puede dar de lactar, pero con tratamiento o con interrupciones temporales
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Inmunodeficiencia humana (VIH) tipo 1
Una mujer infectada por el VIH puede transmitir el virus al bebé durante el embarazo, el parto o la lactancia. A la vez, la leche materna, especialmente la temprana y exclusiva, puede ser decisiva en la supervivencia del niño. En países desarrollados, está contraindicado que una mujer con VIH dé de lactar y se disponen fórmulas adecuadas para la alimentación. No ocurre lo mismo en naciones en vías de desarrollo donde las infecciones y la malnutrición son las principales causas de muerte en la infancia. En estos casos, la leche natural es crucial para la supervivencia del lactante.
Según la OMS, los medicamentos antirretrovirales (ARV) pueden reducir significativamente el riesgo de transmisión del VIH por medio de la lactancia natural. Es por eso que recomienda que madres infectadas mantengan la alimentación de pecho, pero con el tratamiento adecuado.
En Bolivia, el Programa Nacional de Prevención y Control garantiza el paquete de ARV, para mujeres contagiadas o lactantes expuestos al virus, al igual que el suministro de leche en fórmula para el bebé.
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Tuberculosis activa que no ha sido tratada
Si la enfermedad se diagnostica durante el embarazo, la madre debe iniciar un tratamiento de inmediato para evitar el riesgo de contagio. Si se la identifica al final de la gestación o después del parto, se la debe tratar lo antes posible.
Para la OMS aconseja que el niño sea medicado con el fármaco antituberculoso “Isoniacida” durante seis meses. La Asociación Americana de Pediatría, por el contrario, recomienda la separación de madre e hijo hasta que hayan transcurrido las dos primeras semanas de tratamiento.
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Herpes simple
La transmisión del virus del herpes a través de la lactancia natural no es común. El único caso en el que se recomienda usar fórmula e interrumpir la leche materna, es si la madre presenta lesiones herpéticas activas en los pezones o cerca de ellos hasta que las lesiones sanen.
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Hepatitis c
El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades y la Academia Americana de Pediatría consideran que la infección por el virus de la hepatitis C no contraindica la lactancia materna. Sin embargo, aconsejan que sería prudente suspender temporalmente el proceso si se presentan grietas con sangrado en los pezones.
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Citomegalovirus (CMV)
El CMV es el virus que causa la varicela y la mononucleosis infecciosa. Las madres portadoras corren alto riesgo de contagiar a sus hijos mediante la lactancia; la tasa de infección por esta vía es del 63%. Sin embargo, La pasteurización y la congelación de la leche inactivan el CMV y reducen de forma considerable el riesgo de transmisión. Es importante considerar que los bebés prematuros y los que sufren algún tipo de inmunodeficiencia tienen mayor riesgo de presentar síntomas graves y secuelas neurológicas.
Enfermedades que no le permiten al bebé consumir leche materna
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Galactosemia
Los bebés afectados por la enfermedad hereditaria galactosemia, son intolerantes a la lactosa y la galactosa y, por ende, no pueden tomar leche materna. Dependiendo de cuán severo es el problema, la lactancia natural se debe reducir y alternar con un sustituto, o directamente se debe cortar y ser sustituida por fórmulas de soya.
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Deficiencia primaria congénita de lactasa
Este trastorno gastrointestinal afecta a recién nacidos, pero es extremadamente raro en el mundo. La leche materna o cualquier fórmula que contenga lactasa, les provoca diarrea acuosa por lo que la lactancia natural está contraindicada en este caso. Desde que la enfermedad fue descrita en Finlandia en 1959, es decir hace 60 años, solo se han diagnosticado alrededor de 40 casos.