Con qué luchan, además del Coronavirus, quienes dan batalla en los hospitales del país todos los días de año? Edith Patiño es una de las miles de enfermeras en la primera línea de esta emergencia sanitaria. El 12 de mayo fue el Día Internacional de la Enfermera
El mundo tiene más de 20 millones de enfermeras. En Bolivia, según el Censo de población del 2012, superan las 30 mil. De esta cifra, nueve de cada diez son mujeres que cumplen diferentes roles, son madres, esposas o ambas a la vez.
La vida de cada enfermera puede ser tan extrema como impredecible. Su noble labor las lleva a presenciar momentos tan preciados, como el nacimiento de un bebé; hasta difíciles, como los últimos minutos de vida de una persona.
Muchas personas las llaman guerreras, en esta ocasión las llamaremos enfermeras. El 12 de mayo fue su día, y a través de la historia de Edith Patiño, conoceremos al ser humano detrás de la bata blanca ¿Quién trabaja en primera línea frente al COVID-19?
Médico sin enfermera, no logra su objetivo
Edith Patiño es una mujer sencilla, muy unida a su numerosa familia, tiene dos hijos en edad universitaria y es una apasionada declarada de su profesión o, mejor mejor dicho, de su vocación. Tras 25 años de servicio en la Caja Nacional de Salud (CNS), migró a su actual lugar de trabajo, la Unidad de Hemodiálisis del Hospital Obrero de La Paz. Al mismo tiempo, es docente asistencial en cursos de postgrado.

“Elegí mi profesión por vocación, siempre admiraba a las enfermeras, vestidas de blanco, y aunque ahora hay algunas muy serias, siempre las vi cumpliendo su misión de vida con mucho compromiso. En el hospital siempre estaban predispuestas a ayudar, eran solidarias”, dice y añade que a pesar de los problemas, vive tranquila y satisfecha con su profesión.
Su trabajo es fundamental junto a los médicos y en ocasiones se cree que ellas son simplemente colaboradoras de éstos, pero Edith añade un matiz pues explica que, si bien el trabajo entre ambos está muy relacionado, cada uno tiene sus propias funciones. El médico diagnostica a los pacientes y la enfermera se preocupa de realizar y administrar todos los cuidados. “Sin la enfermera, el médico no lograría su objetivo – dice-, nosotras cumplimos una función muy importante para mejorar la salud de los pacientes. El cuidado es nuestra principal misión y no me refiero sólo al de los pacientes, sino también al de sus familias. Siempre tratamos de transmitirles alivio y acompañamiento, inclusive en situaciones donde ya no hay posibilidad de cura”.
El cuidado es nuestra principal misión y no me refiero sólo al de los pacientes, sino también al de sus familias.
Esa entrega tiene su recompensa porque “recibir las bendiciones de los pacientes durante el tratamiento, es una de las cosas más lindas en mi vida”, dice Edith emocionada. “Es como si al hacerlo, Dios los estaría escuchando”.
Una de cal y otra de arena. Porque al otro lado de las satisfacciones está el día a día luchando por sanar enfermedades y salvar vidas. Pero hay algo más que no se ve: la batalla que libran consigo mismas: controlar sus propias emociones y las del resto. “Algo muy complicado es seguir con los tratamientos médicos o de enfermería cuando el paciente pierde la motivación de seguir viviendo. Por ejemplo, es un gran desafío tratar casos terminales. La actitud que cada uno tome puede ser determinante; puede hundirlos aún más o levantarlos”, sentencia Edith.
(…) es un gran desafío tratar casos terminales. La actitud que cada uno tome puede ser determinante; puede hundirlos aún más o levantarlos”
El día a día de una enfermera
“Por veinticinco años mi rutina ha sido levantarme temprano, hacer las labores de casa, atender a mis hijos y salir al hospital, en ocasiones incluso sin desayunar”, cuenta Edith. Una vez fuera de casa, espera la movilidad que la lleva al Hospital Obrero; sin importar las condiciones climáticas, ella se para en el mismo lugar cada mañana.
Con unos buenos días a cada colega con el que se cruza, su cálida voz hace notar su llegada. Se pone su bata blanca, sus alas invisibles, y empieza la jornada. “Una vez me pongo el uniforme, recibo el turno de la colega que está por salir. Yo trabajo en hemodiálisis y al ingresar debo revisar la programación, ver que las máquinas estén funcionando adecuadamente y empezar a preparar el material para realizar la depuración sanguínea”.
Su jornada continúa y Edith recuerda varias historias:
1. Mamá Canguro

Cuando hice mi año de provincia, tuve que asistir en un parto prematuro. El bebé tenía pocas probabilidades de vivir, ya que el hospital era de primer nivel y no contábamos con incubadoras. Fue ahí que me acordé del método de la madre canguro, que alguna vez nos explicaron cuando era estudiante, y junto a tres auxiliares y un médico logramos realizarlo. Cada cuatro horas, teníamos al bebé piel a piel para darle calor y mantenerlo vivo; esto lo hicimos por casi 32 horas y así el bebé logró sobrevivir.
Cada cuatro horas, teníamos al bebé piel a piel para darle calor y mantenerlo vivo; esto lo hicimos por casi 32 horas y así el bebé logró sobrevivir.
2. La soledad y él
“¿Se dio cuenta usted que nadie me visita aparte de mi hermana?” le dijo un paciente, y Edith nunca más olvidó esa conversación. Era un viernes por la tarde y un señor mayor que cada día salía de su habitación para pasear por el pasillo del hospital, se acercó a ella para compartirle su pesar: “¿Sabe por qué no me visitan? porque en mi juventud nunca me ocupé de mi esposa, ni de mis hijos. No los culpo, es lo que merezco”. Efectivamente, este paciente recibía una visita cada tanto y por breves minutos; su hermana solo pasaba a dejarle papel higiénico.
Edith pasó ese fin de semana después del viernes, con las palabras de este señor rondando su cabeza y al retornar el lunes no lo encontró. “Lo busqué en cuanto llegué al hospital, pregunté por él y mi colega me avisó que había fallecido el mismo viernes por la noche. Desde entonces nadie había ido a recoger el cuerpo, es por eso que llamamos a su hermana y su respuesta fue que iría cuando pudiera. Es muy triste ver la realidad de algunas personas. Quizás sin saberlo, este señor y su breve historia marcaron mi profesión”.
Frente al Covid-19
Edith está luchando en primera línea en la batalla contra el coronavirus. Al igual que miles de sus colegas en el país, está trabajando horas extra y, por vocación y compromiso con la salud de los bolivianos, está obligada a dejar la seguridad de su hogar. Por esta razón, quiere compartir un mensaje de aliento: “Las enfermeras somos profesionales, pero también somos humanas, somos hermanas, madres, amigas, tenemos familia, y en este momento, estamos cumpliendo nuestras funciones con temor, como cualquier otra persona. Sin embargo, nos mantenemos de pie, por eso es importante que la gente nos ayude cuidándose, cumpliendo las instrucciones y quedándose en casa. Después de esta pandemia debemos cambiar en muchos aspectos, ser más responsables, más positivos, más humanos”.
(…) en este momento, estamos cumpliendo nuestras funciones con temor, como cualquier otra persona. Sin embargo, nos mantenemos de pie, por eso es importante que la gente nos ayude cuidándose, cumpliendo las instrucciones y quedándose en casa. Después de esta pandemia debemos cambiar en muchos aspectos, ser más responsables, más positivos, más humanos”.
Así es Esther, que antes de terminar su jornada, cada día, trata de darse tiempo para compartir con sus colegas y saber cómo están. Al regresar a casa, el descanso se hace esperar, pues continúa su labor de madre: revisa cuadernos, alista la cena y se prepara para el día siguiente.
12 de mayo, Día Internacional de la Enfermera
Esta fecha honra a Florence Nightingale, una enfermera que revolucionó la asistencia médica con su cálida labor hacia sus pacientes en un hospital de caridad de Londres. Ella introdujo la técnica científica en la profesión y demostró la importancia de mejorar las condiciones en la salud pública. Hoy en día los recursos humanos en enfermería cumplen un rol protagónico en el sector de la salud.
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Este es un fragmento de un reportaje que recoge algunos testimonios de estas trabajadoras de la salud, elaborado por la farmacéutica Droguería Inti en Bolivia, como homenaje y reconocimiento a las enfermeras del país.